jueves, 28 de noviembre de 2013

EL POSITIVISMO COMO INICIO DE LA ARQUITECTURA MODERNA

 Considerados todos los antecedentes, así como la situación globalizada de Europa, el positivismo aparece como la iniciación de todo lo que sería arquitectura posterior a él es decir, la nuestra.
Las características fundamentales del mismo, son:
1º El hierro fundido, cuyo uso se generaliza en toda Europa hacia 1840; el cemento Pórtland, el hormigón armado y el acero.
2º La arquitectura atiende fundamentalmente a sus aspectos estructurales y constructivos: se busca un sistema de fuerzas que permitan mantener cerrados grandes espacios que, a la vez, estén bien iluminados. Se toman para la arquitectura, las formas constructivas de la ingeniería.
3º Se realiza, así, una arquitectura que atiende, esencialmente, a su función. Es decir una arquitectura que deja al margen toda consideración estética sobre la obra, para ir a cumplir escuetamente su función de utilidad.
4º Planteada en un sentido funcional y atendiendo básicamente a los aspectos estructurales. Los arquitectos positivista, encuentra que la máxima belleza se halla, precisamente, en las líneas vivas de las estructuras, en el ritmo de las líneas constructivas y las calidades texturales y el color de los materiales empleados.
5º Las nuevas técnicas constructivas permiten que lo que era antes esencial, el muro, pierda esta categoría preponderante como elemento sustentador. Las estructuras metálicas sustituyen a aquel y se hace posible el predominio del vano sobre el macizo.
6º En cuanto a las formas externas, existe una indudable indecisión. Se tiende a las formas claras, basadas en la agrupación de masas arquitectónicas cuyo único móvil orientador es el equilibrio rítmico. Se buscan mesuradas proporciones espaciales derivadas de la relación entre formas y huecos.

No existen tipos concretos de ventanas, ni de ningún otro elemento arquitectónico.
En cuanto a los elementos ornamentales estos desaparecen casi por completo. El sentido orgánico que se imprime a la arquitectura y su carácter funcional destierra de las obras todo lo que sea superfluo, buscando el sentido estético en las puras líneas constructivas y en los materiales empleados. El positivismo está marcado por un factor básico, que es la aparición del hierro fundido y acero.

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